Esta fantástica bodega italiana se sitúa al borde del mediterráneo, en un maravilloso y abrupto paraje a escasos kilómetros del volcán Vesubio, con vistas al Fiordo de Furore.
Desde 1.980 que la bodega pasa a manos de Marisa, se han aplicado los máximos estándares de calidad, unido a la elaboración de vinos “por parcelas”. Primando las pequeñas elaboraciones de unos pocos miles de botellas, cada uno con una personalidad propia bien diferenciada.
En sus vinos se vislumbra el carácter salino que le dan su cercanía al mar y la roca que rodea los viñedos. Todos ellos se elaboran con variedades autóctonas y respetando métodos tradicionales como la plantación en Pérgola para sus vinos Biancos.
Los tintos tienen esa frescura y mineralidad típica de los vinos isleños y los blancos te enamoran por su riqueza y distinción.
Entre todos sus vinos destacamos el “Fiorduva”, un vino extremo elaborado con variedades casi olvidades como son la Fenile, Ginestra o Ripoli. Las plantaciones se encuentran en pequeñas parcelas entre rocas, sobre suelos calizos y dolomíticos. Con unos rendimientos ridículos de poco más de 1kg de uva por planta, es un vino profundo y denso, con un perfume encantador, que se ha convertido en el más afamado y buscado de la bodega.
Calidad y tipicidad elevados al máximo exponente.
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