Rafael Palacios, Godello de altura mundial
Los primeros pasos lejos de casa
Como os adelantábamos Rafa estaba predestinado a continuar con el legado familiar en Alfaro, pero desde muy pronto tuvo claro que necesitaba buscar su sitio propio en el mundo y no titubeó. Acabó de formarse en Francia en el Liceo de Montagne-Saint Émillion y en Burdeos trabajó con Dulong, uno de los grandes negociants de Francia y también con la familia Moueix (propietarios de Petrus entre otros). Después de esta experiencia viajó a las antípodas para conocer la versión más técnica del nuevo mundo (de la mano de bodegas no menos importantes como Penfolds entre otras) y aprender aspectos de mayor precisión técnica que mas tarde serian cardinales en su desarrollo como winemaker.
En su experiencia absorbió ese conocimiento de polos opuestos que definen en parte sus vinos: de un lado la tradición bien entendida de la mentalidad bordelesa y por otro lado la búsqueda técnica de la precisión del nuevo mundo.
De vuelta en 1996 en Rioja en Palacios Remondo, su insistencia por innovar y por evitar esa corriente de la frutilla en blancos, del bombazo por entonces de las verdejos y albariños del año (aun quedan coletazos de aquella inercia), no solo consigue que no se arranquen sus viuras sino que convence a la familia para traer fudres y comenzar a elaborar blancos con otras miras. Allí nace Plácet, uno de los grandes vinos blancos de Rioja y de nuestro país de las manos e ideas de Rafa.
En el año 2000 la muerte de su padre precipita una serie de movimientos que acaban con Rafael decidiendo moverse a Galicia, donde empieza a conocer algo especial, y aunque sigue trabajando con su hermano Álvaro hasta 2004, queda hechizado por un territorio que ya no dejará atrás.
Un nuevo comienzo en el Val do Bibei
En 1999 después de probar una botella de Guitián, gira su mirada hacia una Galicia que siempre le habia interesado pero no conocia en profundidad, y despues de un par de vendimias colaborando con bodegas y viticultores de la zona. En 2004 definitivamente marca con una X el interio ourensano, por encontrar en la zona una ecuación imposible entre perfil atlántico, veranos más calidos, suelos ideales y sobretodo altura, mucha altura.
En su primer verano él mismo de sorprende del calor que podía hacer en la zona de Valdeorras, recordando que en su vida habia pasado tanto calor en su Rioja Baja natal. Éstas primeras experiencias en Valdeorras le animaron a centrarse específicamente en la subzona más alta de la denominación, buscando orientaciones más frías que mirasen hacia el rio Bibei antes de alcanzar al rio Sil. La zona que se conoce como el Val do Bibei, sobre todo en los alrededores del municipio de O Bolo y Santa Cruz.
La uva godello como transmisora de un Terroir único
Rafa hace hincapié en que es importante entender que el varietal ahora en boca de todos, vivía casi arrinconado en una zona que no tuvo una directriz clara a nivel de buscar una identidad varietal. La godello coexistia con muchas otras y de hecho se arrancaba para buscar variedades mas manejables, de maduración más rápida, hasta que el Plan Revival (Reestructuracion de Viñedos de Valdeorras) a mediados de los 70 sentó las bases para apostar por la variedad Godello.
Sabiendo esto, Rafael lleva más de 15 años buscando en la zona la mejor cara de una variedad que para el tiene más puntos en común con alguna variedad centroeuropea que con el vecino albariño. Gracias al trabajo que desde final de siglo XX hicieron muchos pequeños viticultores, ha podido adquirir algunas de las parcelas mas impresionantes de la zona, y aunque las viñas más maduras de la zona suelen estar en el promedio de los 40 años, existen algunos ejemplos casi anecdóticos en torno a 100 años, como el caso del viñedo de Sorte Antiga.
El enólogo dice de la variedad ser «eternamente inmadura» refiriéndose a que su ciclo vegetativo es muy largo, y organolépticamente camina en un fino equilibrio entre la neutralidad aromática y el exceso de peso en boca. En algún lugar entre los extremos de ambos ejes, las godellos que él elabora captan toda la esencia de un suelo trabajado durante años con el mismo mimo que las propias plantas, y se benefician del equilibrio que la altitud y la orientación otorgan a las cepas que consiguen esquivar al calor del verano en la zona.
Esta realidad no habría sido posible sin que Rafael y su equipo hayan invertido muchos años en redibujar la orografía de los bancales de piedra seca y abrazando postulados orgánicos y biodinámicos para sacar lo mejor de los suelos de arenas graníticas.
Blancos de precisión y finura
Rafael nos contaba que desde su punto de vista en el perfil del bebedor de vinos blancos hay una especie de secuencia o evolución natural, donde al principio se busca y se disfruta más la fruta, una segunda fase donde se buscan perfiles mas grasos con bocas más voluminosas, crianzas con lías, con o sin madera, y finalmente, aquellos consumidores que continúan en esa evolución, acaban buscando el suelo, la tensión, la parte más precisa de las bocas más angulosas (hablando siempre desde el equilibrio y la elegancia).
En ese campo de juego se mueven sus vinos. Godellos que desde Louro 2019 ya ofrecen la franqueza de blancos tersos, con buena acidez pero con cierto volumen, y que en su vino de entrada muestra su lado más frutal, con mas fruta de hueso, acompañando las notas cítricas y herbales. Ya desde su primer vino con una relación calidad – precio sensacional, se disfruta de una godello de identidad, con su clásico ligero amargor final y es punto de volumen en boca.
En el caso de As Sortes 2019 se confirma como uno de los grandes vinos blancos del panorama nacional. Esa mezcla de 6 pequeñas «sortes», como se denominan en la zona a las pequeñas parcelas que los hijos heredan repartiendo entre hermanos, da como resultado esa dualidad que siempre busca Rafael entre fruta y frío, entre acidez y estructura, moldeadas por un uso de la madera absolutamente preciso y elegante. No en vano todos sus vinos o bien fermentan en madera o fudre, de manera controlada, consiguiendo vinos pensados para crecer en botella, pero reconocibles desde el minuto 1.
Tuvimos también la suerte de probar las nuevas añadas 2019 de O Soro y Sorte Antiga que hacia el primer trimestre de 2021 verán la luz. O Soro 2019 promete ser el nuevo rival a batir. Una godello difícil de comparar a cualquier cosa cercana geográficamente, concentración, elegancia, acidez, sensación mineral, estructura, profundidad… Un vino que añada tras añada evoluciona y crece y que no sabemos hasta donde puede llegar.
Y si un vino nos pareció un ejemplo de compromiso y maestría fue Sorte Antiga 2019. De una de las parcelas mas inverosimiles de la zona, unas cuantas cepas centenarias que asoman entre granito y arenas blancas, son llevadas al extremo con una maceración de pieles intensa, trabajando la uva del modo más tradicional, directamente en el fudre, para crear su vino más personal, con mas textura, y como él mismo dice su mejor añada y su mejor versión hasta ahora de una maceración de pieles.
Rafael tuvo la suerte de poder encontrarse con estos viñedos. Valdeorras tuvo la suerte de que Rafael se topase en su camino. Y nosotros nos sentimos afortunados de poder aprender y disfrutar de sus vinos. Si aún no conoces sus vinos, no se a qué estas esperando.