Conoce a María Larrea
¿Cuál es tu primer recuerdo relacionado con el mundo del vino?
El vino ha estado presente en mi vida desde mi infancia. Mi familia tiene viñedos y elabora vinos, así que crecí en este maravilloso mundo y acompañando a mi padre en el campo y viviendo la intensidad de las vendimias. Era imposible no acabar fascinada por este mundo y querer saber más y más de él.
¿Cuáles son tus referentes? ¿Una mujer del sector a quien no debemos perder de vista?
Mi equipo está formado íntegramente por mujeres y es su ilusión y sus ganas de aprender lo que me motiva cada día. Se trata de un equipo entusiasta con lo que hacemos, lo que facilita mucho el trabajo y hace posible que cuando las cosas no salen como queremos, tengamos el ánimo suficiente para volver a intentarlo. Nos apoyamos mucho las unas a las otras.
Un momento/hito profesional que recuerdes por encima de los demás
Cuando Imperial, nuestro buque insignia, fue elegido Mejor Vino del Mundo por la prestigiosa revista estadounidense Wine Spectator en el año 2013, convirtiéndose en el primer vino español en lograr este reconocimiento. Fue un gran reconocimiento profesional, pero también personal, porque elaboramos ese vino de forma muy artesanal y sólo en aquellos años que consideramos que la calidad será la optima, sino no se elabora. En Imperial volcamos lo mejor de nosotros, y todo nuestro cariño. Nunca olvidaré el momento en el que el mundo entero reconoció que era el mejor vino. Para mí ya lo era, pero fue un orgullo el reconocimiento internacional.
¿Qué le pides a un vino?
A un vino le pido que me haga disfrutar del momento, de la compañía y que perdure en mi memoria.
¿Un vino que te haya marcado?
Sin duda, Imperial. Estamos muy orgullosos de todos nuestros vinos, pero reconozco que Imperial ocupa hueco muy especial en mi corazón. Y otro vino al que me siento emocionalmente muy ligada es Monopole Clásico, que lanzamos hace unos años recuperando el Monopole que nos remonta a los años 70. Es especial por todo lo que significa ese vino para nosotros, pero sobre todo porque Ezequiel García “El Brujo”, el magnífico enólogo que hacía magia con Monopole hace 40 años, volvió a casa, a nuestra bodega, para elaborar este gran vino y hechizarnos de nuevo.
¿Qué cambios crees necesarios en la industria del vino?
Creo que es necesario un mayor compromiso, por un lado, con la sostenibilidad y, por otro, con la visibilidad de lo que hacemos. En cuanto a la sostenibilidad, creo que es buen momento para mejorar en el trabajo de una viticultura sostenible y desde esa perspectiva buscar las prácticas que nos ayuden a alcanzar la excelencia de los vinos. En CVNE, por ejemplo, contamos con instalaciones tecnológicamente vanguardistas y llevamos años trabajando en ese campo.
Respecto a la promoción de los productos, es un hecho que en otros países el vino recibe mucho mayor apoyo a la hora de llegar al público y existe un mayor interés por visibilizar al sector. Aquí hemos avanzado mucho, pero todavía estamos aprendiendo la importancia que tiene el enoturismo. En CVNE, estamos muy volcados con la puesta en marcha de actividades para impulsar la cultura del vino y de hecho, recibimos a más de 25.000 visitantes que vienen a nuestra casa a conocernos y a disfrutar de experiencias sin igual y estamos deseando de que esta pandemia pase para recibirles de nuevo.