Conoce a Isabel Galindo
La trayectoria de Isabel
Madrileña, 1972. Ingeniero Agrónomo y Máster en Viticultura, Enología y Comercialización por la Universidad Politécnica de Madrid.
Comenzó trabajando en Ribera en Dominio de Pingus y Hacienda Monasterio. Tras una temporada en Chile ( Viña Valdivieso), terminó aterrizando en San Martin de Valdeiglesias, como asesora técnica en la Cía. De Vinos de Telmo Rodriguez, llevando la zona centro, hasta que en 2005 me asenté en Las Moradas de San Martin, que llevaba asesorando 3 años anteriores.
¿Cuál es tu primer recuerdo en el mundo del vino?
Pues creo, que como todo hijo de vecino, mis primeros recuerdos son familiares, sobre todo en las comidas de casa de mi abuela que le gustaba cuidar todos los detalles: mantelerías, cubertería, menaje… y por supuesto el vino, algo que me dejaban probar alguna vez. Pero ya más adelante en la Escuela de Agrónomos dónde, ocasionalmente, se impartían cursos de iniciación de la cata.
¿Cuáles son tus referentes? ¿Una mujer a quien no debemos perder de vista?
No tengo un referente específico, ni nadie a quien siga de forma asidua. En este sector no creo que se haga, es diferente, no ha parado de evolucionar en los últimos años todo, se ha ido perfeccionando todo mucho. Y mi referente es la SUPERACIÓN, el saber entender bien el lenguaje de los viñedos, sus suelos, características y los vinos que producen elaborando de la forma más honesta y respetuosa posible. En cuanto a quién no perder de vista… a todas, somos tan diferentes…
¿Un momento o hito profesional que recuerdes de manera especial?
Pues no viene ninguno en mente, quizá porque mi trayectoria se ha ido desarrollando lentamente y acorde a la experiencia que iba y sigo desarrollando. En el saber y conocer en el mundo del vino, no existe nunca un final, parece todo un inicio. Lo que más satisfacción me da es el reconocimiento del consumidor, de compañeros, de periodistas, de amigos, de familiares, aunque nunca se complace a todo el mundo, esto también hay que saber encajarlo. Tiene que haber muchos gustos, es lo más sano.
¿Qué le pides a un vino?
Ante todo que sea auténtico, que sea sincero con el lugar, el terreno, la variedad de procedencia… suelen ser muy disfrutables. No soporto los vinos comerciales “perfectos” pero sin personalidad. Me los bebo, pero no los disfruto.
¿Un vino que te haya marcado?
Cuando estaba empezando, hace muchos años, no bebía demasiado vino blanco, y en una comida, Peter Sisseck me sorprendió con un Borgoña ( no recuerdo la marca, pero era impresionante), y me sentí la persona más pequeña del mundo ante mi desconocimiento en el sector del vino mundial. Desde entonces aprecio muchísimo los vinos blancos, es más, con el Albillo Real que tenemos ahora, andamos haciendo elaboraciones muy interesantes para estudiar su mejor potencial y me están gustando mucho los resultados, con una altísima calidad.
Y por hablar de un vino, me enamoraba y lo buscaba en todos los salones el Clos Mogador de René Barbier, pero me gustaba mucho más las elaboraciones antiguas ( o ha cambiado mucho mi panel de cata, que también sucede y te vuelves más exigente con tus recuerdos).
Qué cambios crees necesarios en la industria del vino?
CULTURA Y MÁS CULTURA DEL VINO. España, país vitivinícola por excelencia, está perdiendo mucho conocimiento. Nos hemos quedado atrapados en las marcas y en 2 regiones por tintos y otras dos por blancos. España es un crisol de suelos, de climas, perfectamente adaptados al cultivo de la uva y nos da una diversidad maravillosa por todo el panorama nacional. Hay que despertar los sentidos, probar más variedades, DOs, y no ser tímidos. El vino es para disfrutar, para maridar, para socializar y no hay que hacer nada serio.
Pero hay que ponerlo en valor, estaría bien que también se supiera lo duro que es trabajar en el campo, cuidar 50.000 bonsáis, podarlos, quitarles las malas hierbas, vendimiar a mano, hacer zumo, meterlos en barrica, embotellar…Hay costes elevados y si no se aprecia la diferenciación, es una pena. Tienen que coexistir vinos de menor precio y vinos más románticos o de pago o de mimo, tenemos cabida para todo. En cualquier otro país se valoraría mucho más.
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